APUNTES DEL BRIBÓN MELANCÓLICO





¿Qué sucederá cuando se despierte?

-Irá a una barbería.

Le afeitarán la barba, la nariz, las orejas y el c­abello,

para hacer que se parezca a todos los demás.

Charles Simic

 

 

1

 

Me siento raro, guapa ¿Qué hiciste con el hilo que nos unía? ¿Te lo soltaste y lo amarraste a un avión? ¿O lo pusiste debajo de una piedra? Te siento tan lejos y tan cerca que mi memoria te repite como una canción. Todavía te degusto, llevo tu humedad entre mis uñas. Tus palabras secas del final siguen enredadas en mis cabellos, quizás es hora de raparme para que los piojos de tus recuerdos me dejen en paz.

 

2

Fuimos a donde los dioses a pedirles que nos separaran porque un amor tan salvaje como este no podía dejarnos ilesos. De tanto sentir, nos odiamos, de tanto encontrarnos, nos perdimos. No puedes negar que teníamos una puta química del otro mundo, la química por la que ellos matarían. 

 

3

Estábamos debajo de las sábanas abrazados a una botella de vino. Te había dicho que me gustaba la visión del mundo debajo de esa tela blanca. También la forma en que me mirabas como si sí y como si no. Todas las palabras dichas en ese lugar son como proclamaciones con las que podríamos reiniciar la vida. Sábanas: nuestro cielo de verano. Cama: nuestro planeta. Eres mi renegada. Mi Lilith soñadora. Comer tu fruto con mi vieja hambre nos ha hecho merecer este paraíso. 

 

4

Siempre he querido un revolver, uno que puedas poner en mi frente mientras te la meto. Quiero poner el cañón en tus tetas. Forcejear entre lágrimas y risas por la última bala. Como siempre tú ganarás: dispárame.

 

5

Cuando el avión despegó atrás quedaba la confusión, esa clase de confusión. Era la primera vez que veía el crespúsculo desde las alturas. Eran las 6:59. Las luces abajo palpitaban como un corazón. Me dije que iba a renunciar a todo, que iba a abrir la puerta del avión y que me iba a lanzar. No cerré los ojos en todo el vuelo porque quería encontrar una respuesta entre las nubes. Me había tocado el pasillo pero me senté en la ventana. Era un martes. Estaba muerto. No podía llorar. Al aterrizar me había convertido en otro hombre y llevaba una mandrágora en mi cartera como protección. Por primera vez en la vida desee que al llegar al infierno, alguien me estuviera esperando con un abrazo.

 

6

Si vas a venir a mis sueños, exijo que tu monte de venus venga salvaje y frondoso como nuestro corazón.

 

7

Microsueño. El profesor se duerme mientras todos murmuran en el salón. Mi vida se va en esos 3 segundos en los que caigo en el abismo del sueño. De diez a quince veces al día me convierto en Alicia, caigo en la madriguera del conejo blanco una y otra vez, una y otra vez. Reparto el sueño perdido de la noche en pausas constantes en las que ya no sé quién soy. Amigos, si me ven dormido, cuiden mi sueño, en este momento mi vida es casi un milagro, un lujo negado, un regalo merecido.

 

8

¿Recuerdas aquella playa desierta a esa hora? En lo profundo del agua brillaba la luna y el sol. Adentro el agridulce diluyéndose en la sal… eran tan bonito que si yo fuera un caminante que nos mira desde la orilla, hubiera tomado una foto distorsionada en la que solo se viera lo extraordinario, el milagro de estar ahí en una burbuja en el Mar Caribe.

 

9

¿Me quedaré toda la vida esperando que alguien me entregue lo que dice el coro de aquella canción? Quizás perdí la oportunidad una tarde de octubre en la estación de Transcaribe o en la parte trasera de un taxi al salir de un motel. “Muérdeme” de Poper: “Ven conmigo, dame abrigo, ven a verme, dulcemente”.

 

10

Vale, es dependencia emocional ¿y cuál es el puto problema? Gasté todos los putos ahorros de mi corazón y estoy lejos de casa. Son las dos de la mañana y caminaré por las calles del horror. Te pensaré, guapa. Dependencia emocional… puede que tengan razón, pero eso no remedia la situación. Si usted no ha ido por ahí recogiendo colillas sucias para fumarlas, no tiene derecho a juzgarme. Soy como un bolero falaz. Un adulto con piojos, como un niño en una guardería. El inmaduro definitivo. No me siento orgulloso, evidentemente, pero ajá ¿dependencia emocional? No le veo la gracia al chiste. Somos adictivos y peligrosos como una noche loca en la ciudad.

  

11

Esos recuerdos de tardes en callejones solitarios cuando se esperaba la llegada de platillos voladores o la repentina aparición de un triceratops horridus en la Calle Larga en Getsemaní. Eran otros tiempos, en los que veíamos las piezas de dominó caer como edificios bombardeados o no sé si era que veíamos caer edificios bombardeados como piezas de dominó; daba lo mismo, siempre algo caía afuera y adentro de nosotros. Era hermoso perseguirnos saltando las líneas en los andenes, lanzando las sobras del almuerzo a los quiscalus mexicanus y a las ratas con plumas (esos manjares que preparabas con amor para el rey vagabundo que siempre estaba en miseria a pesar de su reino). Éramos un pedacito del underground navegando en vino y remando con cigarros fumados con lentitud. Era la perfecta desarmonía de la despedida a la 1:50 pm en la esquina de la universidad y el mundo se paralizaba en un "no te vayas, no me dejes" o un "me voy a volar, me voy a saltar los horarios de la existencia". Y el temblor que decías sentir en tus piernas al despedirnos. Y la historia que no se cuenta y que a ninguno le debe importar. Cielo azul, cielo azul, y ese cielo no es azul (risas). Hay fotografías con ruido de ciudad crepuscular a las 6:07. Hora de carros a gran velocidad para los picos o el bateo o el trille o el beso o el salto en los brazos del otro. En todos estos subterfugios se encuentra el Feliz cumpleaños de la Muerte, como aquel libro de Gregory Corso o el Nova Express de William Burroughs o el Reality Sandwiches de Allen Ginsberg (¿quién mierda lee poemas sociales o apocalípticos antes y después de hacer el amor? Solo un loco enamorado, solo yo, nena).

 

12

Debajo del árbol por el que pasamos la noche que te conocí. No podíamos creer semejante encuentro. El árbol nos vio y movió sus ramas. Fuimos a la tienda y nos emborrachamos con la cerveza roja que tanto nos gustaba. Ya locos y desinhibidos nos besamos como dos adolescentes.

Al regresar paramos un taxi. Nunca un carro ardió de tanta pasión. El taxista era un anciano que nos miraba por el retrovisor. Era curiosa su complicidad al verte extasiada ante nuestra primera vez. Parábamos el encuentro de nuestras bocas para escuchar sus cuentos. Y nos reíamos y nos reíamos y nos besábamos y nos besábamos. No lo podíamos creer... debajo del árbol por el que pasé la mañana que te perdí. El colosal guardián me miró y arrojó sus hojas a mis pies. En pocos minutos tu avión emprendería el vuelo. Yo me quedaría solo en una de las calles de Crespo con la promesa de un para siempre y hasta nunca. Adiós.

 

13

A la hora del almuerzo lanzamos los platos sobre los comensales. Ella escapó del restaurante. Terminé mi filete de ornitorrinco y salí. En la calle de las tripas nos dijimos dos o tres insultos sin mover los labios. Luego el sol y las cervezas en una casa de tablas que tenía un letrero que decía "minusválidos afectivos bebiendo cócteles de adrenalina en vasitos de hielo rosa”. Nada pudo apagar el fuego y el tedio de las 2 de la tarde... y los ángeles -gente bella del común- siempre alrededor cuidándonos: nosotros éramos los demonios en nuestro infierno de pasión. Luego el mar y la llegada de un maestro con una barba tan larga que llegaba hasta las nubes. Luego los gritos y una herida recién suturada que se abrió y que nunca más cerraría. Y el pacto sin pactar en una botella a la que di un puntapié en el crepúsculo. Luego el dolor en la ingle y de nuevo en un taxi de regreso a nuestras nadas. Distorsión es rebelión y confusión. Mara se baña mientras mira a Marbella a las 6:57 pm.

 

 

14

“No estoy en tus poemas”

“Eres un hijueputa”

“Eres un maldito cabrón”

“Pagarás todo los que has hecho”

“Tú mismo te buscaste eso que te pasa”

Soy una piedra

tírame al estanque

¡lárgate!

“¡Que se te muera la picha, mentiroso!”

(¿Más?)

Ja, ja, ja

 

15

No grites. No llores. Ese hijo de puta empezó el problema. Si enloquecí era porque debía hacerlo. Mi hambre de autodestrucción me encontró una hora después de iniciado mi cumpleaños 35, en una ciudad joven y ardiente, que sacó un cuchillo y poniéndolo en mi cara me dijo: “parcerito, usted tiene todo el potencial para hacerse matar por una bobada, feliz cumpleaños le desea la querendona”. La misma puta ciudad a la que regresaba por tercera vez en una peregrinación delirante que solo entendería por allá en los cuarenta. Nunca antes me había quitado la chaqueta y la camiseta  para pelear en contra de la nada. Reventé mi celular contra el cemento de la cancha y le di un puntapié como a un balón. No lo vas a creer pero hice un maldito gol. Parque Olaya. No lloren, no griten. Ha sido mi cumpleaños más salvaje. Incluso en el crepúsculo de esa jornada, el río Otún me bautizó a los pies de la montaña (aún en mi mente brilla, en la oscuridad de esa hora, la chispa de las luciérnagas y la última gota de ron). Ese hijo de puta era un español nacido en el barrio Cuba (ja, ja, ja). Un borracho de mierda como tú y como yo que solo vino arruinar el rato como solemos hacerlo. Saboteadores etílicos.

 

16

Seguro estos apuntes dejarán ver que estoy deprimido, enamorado, confundido, maquinando mi suicidio. Seguro el lector en su prematura sabiduría pensará que es un mal necesario. Tuve una novia librepensante que se había convertido en una dogmática de la libertad, me decía una y otra vez “me das asco”. En mis momentos de lucidez la compadecía, miren lo que le había tocado, la belleza… se había enamorado del personaje de mierda del año. Nos costó liberarnos el uno del otro, pero al final lo logramos. Me dolió tanto, que ahora mientras escribo, me pregunto qué será de ella y de su amor que se convirtió en desprecio.

 

17

 

 

Escribo este verso con lentitud

con   l   e   n   t   i   t   u   d

para ver si vienes

a consolarme

a curar mis heridas

                          en el pensamiento

mis heridas

en el lado más extraño de mi cuerpo

escribo este poema

en cámara lenta

para contemplarte

y mirar tus detalles

mientras con esa boca

y esos dientes

me dices bobo

B   O   B   O

-como ayer-

 

 

Autor: El Señor Underground

 

 

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