DEL DÍA DE MI MUERTE DENTRO DE UNA TORTUGA


 

Para mis 23

A los ojos que le nacen nubes

los huesos que duelen con el frio matutino

el cabello que pierde brillo y cae

Cada año la carne descompone más Cada parte

sufre con el día anterior en aumento

“Sigues siendo el mismo austero- le dijo mirándolo fijo- abandonado

a su suerte en un bosque siempre lleno de laureles y ahogado en vino”

Y en el deteriorado hoy me deshago

como un castillo de arena hecho en lluvia

o un pequeño ángel dibujado a la orilla del mar                                            

es una agonía vivir un cuerpo que muere en cada segundo

¿alcanzaré ver la guerra del 30?

¡Armiño de plata en el cielo aparece

y devora el resplandor que quema adentro!

“Estoy muriendo- habló mientras él palpaba sus últimos bordes-

y mi única decepción es no comer de tu vientre un poco más

Morir a cada instante es vivir juntando cada muerte…”

 


Hacia el Sur

Siempre que esté el faro ardiente

cualquier dolor se hará placer en este mar insondable

el coletazo de las olas que golpea la cordillera

Toda violencia se sentirá en el hierro

Cualquier juego se hará caricia en este cuerpo perdido

 la ceda de las olas que viste la carne

Siempre que un faro esté encendido

los peces en el coral juguetearán

mientras la oscuridad es penetrada

en el sur y sube al norte.



Por la avenida Santander a media noche vamos al mar. Mientras caminaba por la carretera iluminada, veía. Veo mi sombra y me reconozco; a esta ciudad con caparazón de tortuga inmune al tiempo; al mar, cuando ves el mar a media noche sientes que te convida a ser parte de él, ya no eres tú. Sólo sientes las olas que te llaman.  En el día lo ves con ánimos de verte a ti mismo y ser tú y no él; a Carlos con su amor de verano ¿por qué sólo tocas la boca del animal y no te hundes en su pelambre oscura? Debería perderse en su enigma, al final es lo que buscamos todos. 

   Veo a Fabián con su caminar de animal en celo, votando humo por sus fosas ¿animal en celo? Animal inconforme, poeta ¿En qué pensará cada que se termina un cigarrillo?; a mi sombra en la pared de piedra sin miedo al salitre, pero anclada en la historia como la sombra a mí; a Emiro, con su voz de narrador de película, decir los ademanes poéticos de Fabián “camina fumándose un cigarrillo mientras ve al horizonte, y piensa en los senos de aquella belleza cósmica, es como si anduviera por la vía láctea, por su vía láctea” los que estaban alrededor se reían.

  Separado de todos, menos de mí, caminaba. Entonces pienso que no soy yo quien quiere ir al mar, sino mi sombra, para sentirse por un instante como cuando no existía la luz.

 


LETEA EN TUS OJOS

Déjame quitarte ese vestido de flores

antes que venga el invierno Antes que tus ojos

se apaguen por completo

¿Hay algo pueda tomar para olvidarlo todo?

En el aire el fuego y un hombre que envejece

cada vez que una mariposa bate sus alas


Las ropas interiores expuestas al sol

y una canción cayendo en forma de lágrima

recorriendo los hilos de tu ritmo

Un lirio buscando reminiscencia expone sus olores

como tocando aria para la cuerda de sol


Déjame posarme en tus piernas que algún día volveré a tus labios

En el dulce fuego del aire una mariposa batió sus alas

y en ese barullo estaban mis partes

llenas de polvillo esperando la última primavera

que hace del llanto Rio del olvido

 

Mosaico

Cuesta abajo, un cuerpo anheloso de llegar a la copa del árbol y recorrer, otra vez, el camino en diferente carne

Al lado del camino unos ojos que penetran más allá del paisaje, mueven el adentro de quien los observa: el creador, el espectador o un transeúnte

Quien los observa piensa que es un perro porque sólo percibe el contraste de la luz en los cuerpos, sus expresiones que penetran en forma de pájaro carpintero en la madera

A su vez, una sonrisa escondida en una reja, o atrapada en ella y obligada a sonreír, cuestiona al perro y se pierde en la oscuridad de las hojas que beben de toda luz

Un cuerpo más desgarbado aparece a la vista del perro, con una sonrisa encontrada en los basureros de la ciudad que no sabe que existe, se termina la colilla del cigarrillo que sostiene con unas manos desgastadas. De tanto buscar en los desechos aquella endeble sonrisa, su carne se ha marchitado

El animal ve el cuadro y ya no es el pájaro que come su madera, es el recorrido de termitas que pululan en todo su tuétano. Mira una vez más desde la copa del árbol e inicia su recorrido 

Cuesta arriba, unas termitas quieren llegar a la raíz del árbol y emprender la huida

 


Alguien en la arena fotografiado con pupilas horizontales

Quisiera no ceñirme al lente del fotógrafo que me capturó en su memoria

y en vez de dedos que se hunden en este papel de lija

quisiera

alas para escapar de la boca que me persigue

pero no puedo ascender por más que desgarro las virutas de piedra

Quisiera ojos de antílope para saber si me salvo del abismo

pero soy el nervio que tritura los pequeños recebos

Mírame

¿Sabes si la arena es abismo donde yo respiro?

Soy feliz al ver mi sombra, es lo único que puedo ver

o soy la sombra viendo la desesperación de quien rasga la arena

 


Entre gloria, cuerpos y campanas

Apenas él entraba al templo y decía sus plegarias mientras el olor de una sustancia parecida al ámbar gris se regaba por todo el lugar. Un quilópodo frotó su mano en la campana del templo y se percibió el alarido de gata en celo y el comienzo del culto a media noche, los miedos que nacen en el silencio y el ulular del viento.

De golpe, la oscuridad se hizo brumosa y los lamentos, si cabe, más agudos como el resonar de una ballena recién parida, voces de helíadas. Los feligreses creyeron ver el sol en medio de las bramuras vicaria de ángeles. Daban, llevados por su impaciencia, breves paseíllos buscando cuidadosos el origen de los ruidos. Dejaron de hacerlo pues la posibilidad que fueran de auténticos ángeles se materializó, así como se materializan los pecados; se arrodillaron pidiendo misericordia.

La morfología del cien-pies mutó a un remolino o una espiral; ella en místicas entrepiesadas con el animal hacia fluir por todos sus nuevos creyentes, la sustancia, conforme el torbellino ahogaba todo sonido campanario, todo suspiro, aprisionaba toda suplica, todo rumor. Las oraciones no llegaron a los oídos de dios, esa noche a todos nos consumió la culpa.

 

Cena

Camina con toda gula como gusano en hoja

Camina hasta descarnarte y que esas carnes no seas tú

Sonríe hasta la locura como hiena saciada de tu esencia

Cuando llegues al tuétano

llora con la risa que antecede a la momentánea felicidad

Porque es imposible no terminarse a sí mismo

no caerse en el vacío

Por eso antes de finalizar has una cábala

Cuando te termines o caigas

Evita los lugares comunes

Evita, ante todo, recordar el mundo como era

Evita pensar en dios

 

Confluencia

      No importa si la manzana es roja o dorada; si el pájaro azul no sale de tu cabeza y muere, y su cuerpo se trasplanta a tu habitación; si diste el salto de fe y no encuentras suelo y en lugar de caer, asciendes; si en vez de ir al fondo del mar cuando muere la ballena, levita; si voy por el mundo como por tu talle y el oscuro sendero de tu ombligo, es coral donde se refugian peces.

      ¡Qué importa si la tierra de leche y miel sabe a hiel de pescado! Porque, por un momento levitaré en ti y dando pequeños saltos de fe, buscarás un suelo al cual aferrarte. Entonces que no importe si en este mundo hay dioses o demonios. Luego, caeré en el vicio de vivir otros mundos en hojas de papel arrugadas, donde la palabra no es suficiente para pensarnos.

 


Del día de mi muerte dentro de una tortuga

        En noches de ruidos silenciosos en el interior de mi casa, te esperaba con las ansías por un abrazo. Toqué la cama y sentí frío donde tu sueles dormir. Para mitigar el deseo de que mamá venga a arrullarme por culpa del algún mal sueño que me atolondra, o tú María, me acosté de tu lado y puse mi mano en el caliente de mí para sentir tu mano que me protege. Esa noche deseé que te llamaras María -me gusta cuando se llama Anastasia, siempre trae una bata blanca, pongo mi cabeza en sus muslos de conejo y le pregunto si así es la gloria-. Los días en que te metes en mi cabeza y la recorres y no puedo sacarte haga lo que haga, es cuando siento que todo es real. Este ciprés creciendo a mi lado, los cuernos de siervo que me salen. Hoy se llama Diana. Ella es la que tiene el hueco más caliente, cumplió hace poco sus quince. De cariño le digo Diana la de la entrepierna filosofal. Esa piedra de carnes blanditas con hueco de dios aprieta y no ahorca.

        Caminamos por el caparazón de la cuidad, por su noche. Ella, la de la piedra ahuecada y filosofal, hace que mis deseos afloren, animal que palpita dentro del cascaron. Me dice que use su piedra como buen alquimista. Yo ya tengo ganas de la entronera que me aprieta y no me ahorca. La empujé al borde de la muralla, le besé el cuello y las sombras dejaban ver al animal, alquimia del demonio.  Mi verga de Utamaro entraba en la piedra. Flecha que atraviesa su presa, arco que me guía a lo que deseo. Los transeúntes empezaban a sospechar, con perros me cazaron por la muralla y hojas de ciprés cayeron frente a mí. 


Serendipia

Cuando te das cuenta que no quieres a más nadie

para disfrutar de la inmensa pradera

descubriéndote suspendida en un centro diferente del tuyo

Cuando conociste tantos ojos y buscas sólo el vértigo

sabiendo que de tus latidos soy un erudito

hallándote oscilante hasta el amanecer para, finalmente,

encontrarme sin querer en la quietud plena

 

La danza de los nenúfares                                                                                       

Los cuerpos que se bañan en un lago de fuego frotan su musgo en la orilla, tratan de limpiarse para cuando venga el anciano con sus libros.  No intentan escapar, nada se los impide. ¿A dónde va lo que se olvida, los que mueren?

                                                                             ***

 Los recuerdos caen como gotas de lava ardiente en mi cerebro. Viscosidad que sale por la nariz, por los ojos, me cubre toda la cara. Esos días la voz grita, yo la escucho y le he puesto nombre, José como el nombre bíblico al que le pusieron los santos cuernos.

                                                                       ***

Ángeles bailan alrededor del lago. Son ángeles comunes, no tienen nada diferente a los pollos de mi cazuela que no sirven para comer si no le pones un poco de laurel. No ayudan a los cuerpos, lo que queda de ellos, sus carnes sueltan un aroma de begonias y tulipanes, dolor de mil años que acaba.

                                                                          ***

Salimos al patio, recorremos sus esquinas, creamos cosas y las olvidamos. De una rama creamos una flauta, de una libélula creamos la muerte. Es un juego aburrido. Mi amigo se fue muy pronto.

De los cuerpos ya calcinados emergen nenúfares que los alados pelean por comerse; morimos y nos volvemos purina de pollos.

                                                                       ***

Y la muerte está en este lago y yo que la creé me llaman falso profeta. Y un gran pollo celestial vino con cadenas para atarme a una piedra. Estoy condenado a ver este cuadro por siempre; a recordar lo que en vida hice. No olerá mi cuerpo a flores, es algo que no me importa. Quiero seguir con mi carne que recuerda la vida. 

Autor: Maybe Cosmo

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