LAS MÁSCARAS DEL VÉRTIGO




Dormir 

Dormir en sofás endurecidos por el frío.
Dormir en callejones, en puentes, en plazas,
mientras las ratas bailan un vals con tu hambre.
Dormir
con toxicómanas violentas aullando de emoción
ante la posibilidad de una nueva dosis.
Dormir, perseguido por las jaurías del amor,
en un Cadillac dios de óxido y ruido.
Dormir con las luces encendidas por miedo al fin del mundo.
Dormir en habitaciones destruidas por la fiesta,
en trincheras, en cráteres salvajes.
Dormir borracho y despertar en medio de un hospital
ciego de golpes.  
Dormir enfermo en el altillo del apartamento 2 0 2
5 gatos furtivos y la amistad más generosa
desplegándose.
Dormir esposado en estaciones de policía, dormir en bibliotecas,
en taxis que regresan a ningún lugar.
Dormir en moteles del desierto
donde la certeza de la inminente y estruendosa derrota
seduce a mi desesperación.
Dormir
en ese único avión
que cae en medio del infierno.
Dormir con Angélica, su cuerpo perfecto de 1 metro 79
cuchillo de luz que parte el aire, parte la madrugada
irrumpiendo como milagro,
breve tigre de Kafka, fogata alucinada.
Dormir
arrullado por el resplandor de las bengalas,
en altamar,
escuchando la conversación subterránea de todas las cosas vivas.




Visión de San Victorino
A la manera de Hieronymus Bosch

Niños visionarios arrojados a la hoguera
y viejos toxicómanos destruidos
ofreciendo sus llagas a tambaleantes ángeles del vértigo
detectives del fulgor
que ofrecieron su mente en sacrificio
para despertar tan solo a los tres días
con oro en sus libretas
y la certeza de un nuevo astro
alumbrando el material cambiante de la furia.
Suicidas de cristal paranoico estallando
la calma sorda de las avenidas.
Siniestros productores pornográficos
ejercitando carne podrida
desde el doceavo piso de una pesadilla
con gabanes de cuero sintético y paredes cubiertas en plástico.
Pederastas constelados de horror
cuyos dientes
como los dientes de una cantante muerta
resplandecen en teatros y azoteas.
Putas vestidas de un rojo violento
inestables traficantes de Mini Uzis
enseñando que la belleza sucede
a una cadencia de 950 disparos por minuto.



Curriculum vitae 

Como Rimbaud
desciendo de una ralea de villanos,
de bastardos, de hijos de nadie
como Rimbaud he sido herido con armas de fuego,
he delirado de muerte en Abisinia,
mi cuerpo, incinerado
por una esclava del color de la noche en el desierto,
ha bebido del volcán
todos los infiernos y todas las delicias.
Como Villon
he matado a un hombre y no he recibido castigo,
me he ufanado del saqueo, he compuesto salvajes baladas
para luego desaparecer bajo una centella de ceniza en el exilio.
Como Villon
he amado a mi mujer más que a nada
y he amado al sol que camina tras ella.
Como Brodsky, a mis 33 años,
los 33 años de Cristo en la cruz,
he sido declarado parasito social
y he bailado con las bestias,
he prestado mis cuerdas a todas las voces,
he vivido junto al mar.
Como Ginsberg
encontré la Iluminación
mientras lavaba platos en perdidas cocinas orientales,
aplastado por la mierda,
cercado pacientemente por el odio.
Como Char tendí emboscadas a mis enemigos
y fui fiel a asesinos básicos
que presentían el fulgor en lo simple
la tempestad en el lento movimiento de las hojas.
Como Burroughs,
paranoica visión de agujas conspirando
la metódica destrucción de la voluntad,
he sido el toxicómano aterrorizado
vestido con largos abrigos de cuero
en ciudades tropicales
bajo ese sol que era una maldita llaga
abriéndose como una hoguera.
De Cendrars la velocidad,
De Gonzalo Rojas el prestigioso delirio
el transparente vuelo de las piedras
el milagro que toca la superficie
cuando lo Invisible alcanza a lo Visible.




Oración para iniciar un holocausto

Se diría que todos
somos niños muertos
que las cosas no han cambiado tanto
y aún cazamos,
bajo la noche que se expande,
el lento resplandor de la sangre en el verano,
dulce llamarada de dientes que muerde el vacío,
como un sol abriéndose paso a través de los años
para llegar aquí, a nuestras manos
que han de partir el pan,
a la gasolina y su fragancia enloquecida
con raíces de infierno,
al árbol que brota transparente
y sus hojas cayendo
como una celebración frenética del día
porque todo lo que vive
entre estas ruinas minuciosamente nombradas
resplandece.
Qué te sea leve el ruido de la memoria aplastada.
Qué los muertos canten a los muertos
una versión total del exterminio.
Qué los siglos transformen nuestra llaga en santidad.




Violencia natural
                                                                                             Para Rose Jones
Al momento
de hundir tus manos
en el fondo azul de la piscina
crecieron raudos arboles de mármol
que confundieron sus frutos con estrellas
sus hojas con pájaros de fuego,
una leve lluvia horizontal
tiñó de oro ciudades aplastadas
preñando de abundancia
a las ruinas, recortadas por la hierba,
donde la muerte había sembrado
con horror sus estandartes.
El milagro es de repente        
la luz nombrando el mundo es de repente
el oleaje de tu cuerpo desnudo
corrigiendo la imperfección de mi mirada
es de repente.



Norman Paba Zarante*
(Cartagena, 1985), poeta y escritor colombiano. Finalizó estudios de Literatura. Es Magíster en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá). Participa en las antologías En Tierras del Cóndor del Taller de Edición Rocca, poesía colombo-peruana; Luna Nueva. Antología Múltiple III. Diecinueve miradas a la poesía colombiana, compilación de Manuel Ortiz Forero; La casa sin sosiego: la violencia y los poetas colombianos del siglo XX, antologador Juan Manuel Roca Vidales; Luz Sin Estribos, publicado por Nuevas Voces Editores, entre otras. Poemas suyos han sido traducidos al francés, inglés e italiano. Es colaborador de la editorial Piedra de Toque, Poesía Ambulante. Dirigió el Taller de Creación y Apreciación en Poesía Ruido Ciego para la Dirección de Museos y Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia, asimismo, el Taller de Escritura Creativa Oficio Mayor para el Museo de Arte de Pereira. En 2017 fue ganador de la convocatoria de Idartes Residencias Artísticas en Bloque Ciudad de Bogotá con el proyecto Habitar el relámpago (Fundación Poética de Espacios No Convencionales). Ha publicado la plaquette Habitar el relámpago (2017). Su libro de poemas, La noche incinerada, se encuentra en proceso de publicación con la Editorial Babilonia.


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