El 25 de diciembre
de 2005, hace ya quince años, falleció Jorge García Usta. Fanzines desde la Interzonax honra la memoria de este gran poeta
del Caribe colombiano publicando un texto, hasta ahora inédito escrito por uno
de sus amigos más cercanos. A pesar del paso del tiempo dicho escrito conserva
su vigencia.
Por Raymundo Gomezcásseres *
Introducción
Dispersos
en el volumen antológico curiosamente titulado Noticias de un animal antiguo se encuentran, mal contados, al menos
una docena de poemas de Jorge García Usta cuyos tópicos principales son el amor
filial y la procreación. Ese número equivale quizás al diez por ciento del
total de textos que integran la antología sin considerar aquellos de los que prescindió
el antólogo, en muchos de los cuales tal vez también podrían rastrearse dichos
asuntos. Además de lo dicho, y guardando estrecha relación con lo anotado, en los
mismos poemas se pueden identificar componentes que permiten explicar ciertos
detonantes del origen del quehacer poético en el caso concreto de este autor. Los
comentarios que haré a continuación intentan un análisis en ambos sentidos.
I
Dos motivos poéticos
Esta
primera parte del acercamiento en curso no aspira a una interpretación de la
poética de Jorge García, sino a la identificación de algunos registros notorios
de los dos primeros asuntos mencionados en el párrafo introductorio: el amor
filial y la procreación. En repetidas ocasiones la filiación aludida por el yo
lírico designa como parte vital suya la existencia de una descendencia numerosa,
cuyos distintivos serían la reciedumbre y la nobleza. Así, en Propósito de Luis Taboada, el hablante
lírico destaca la importancia de ‘hacer
hijos duros, fijos en su rumbo / que tengan hombros altos’. (1). Se enuncia
en plural y la altiva noble dignidad se propone en la imagen de los ‘hombros altos’. En Bechara Chalela narra su entrada al Sinú, la voz lírica se refiere
a las búsquedas de los inmigrantes árabes, y entre ellas a la de ‘alguna mujer dispuesta / a mimar nuestras espaldas,
/ a parir doce hijos’. Mientras en Declaración
de amor de Demetrio Spath, se lee: ‘Puedo
prometerle apenas, una casa con lámparas, / cinco hijos correctos, / almacén y
hombrías’. Las dos últimas citas pertenecen a textos del poemario El Reino errante, que según mi entender y
gusto, más por el segundo que por el primero, es el mejor de lo producido por
Jorge García como poeta. Continuando con esta línea expositiva, en Proverbios del tiempo roto, uno de los
proverbios dice: ‘Para el trovador fiel:
/ hijos que sepan de mujeres madres / y manejos de ríos’. Incluso, cuando
la referencia al número de hijos no es directa, sino alusiva, el anhelo de una
descendencia numerosa y digna es evidente. Tal es el caso de Mandamientos para la busca de una mujer:
‘Ponle el diente en el alma, / mírate en
sus piernas / y recoge dentro suyo / tus mejores trabajos. / Luego tócala
siempre / como a tierra pariendo’. Aparece aquí la validación de la tierra como
matriz protectora y procreadora, un motivo que se repetirá insistentemente en
otros poemas de García Usta relacionados con la vida rural, sus personajes, sus
valores y que, valga la pena decirlo, no son degradados retrocediendo
anacrónicamente a una rusticidad regional o costumbrista ya superada en nuestra
historia literaria.
Lo
que en los textos anteriores posee un carácter plural, manifiesto en la amorosa
búsqueda de una prole abundante enaltecida por la gallardía y la entereza, se
expresa en otros por medio de la filiación directa básica; es decir, un padre,
un hijo. Tal sucede en Crónica de un
hombre del Bajo de la Marcela, que dicho sea de paso es, a mi modo de ver,
uno de los mejores poemas de Jorge. Esta ‘Crónica…’
tiene una estética difícil de igualar. Después de resumir en veintisiete versos
de vigorosas imágenes la vida de un campesino que puede ser cualquier campesino
de cualquier vereda del Caribe Colombiano, el yo poético, en una especie de
doloroso finale, dice. ‘Otro día al morir / deja una cama, un
retrato / unas ropas en los alambres / y su nombre en otro hombre del Bajo de
la marcela / que tiene diez años / y ha comenzado, también, a usar los puños. En
esa misma línea (padre-hijo) se inscriben textos cuyos solos títulos dan cuenta
de esa dimensión en la poética que intento interpretar. Merecen destacarse: Consejos de Elías Rumié a su hijo, Receta de
guayacán para el acto de amor, y El
mejor de sus días. El último mencionado es otro entre los inolvidables. En
él, un yo poético, diferente de los
anteriores, por estar claramente personificado, identificado y nombrado, habla
de sus padres con la emoción llana y simple, pero intensa, que distingue a
nuestros hombres de campo, y a medida que habla su voz y sus decires van
configurando un poema cuya poesía se
hace en el momento de ser dicho, con un impecable juego alegórico en el cual se
funden y confunden una calidad del mundo con la voz poética que la enuncia y
estetiza al sustraerla de la opacidad que tiene como circunstancia inscrita es
un momento y en un lugar concretos.
II
Las raíces de un creador
En
esta sección haré algunos guiños (¿qué más podría ser?) a los signos
fundacionales del arte poética de Jorge García Usta. Sin pretender agotarlos me
acercaré a los específicos de la tierra, el agua y sus variables río y lluvia;
la tríada padre, madre, hijo; las canoas; el nacer y el morir, entre otros que
ni siquiera cometeré la imprudencia de mencionar.
En
el caso de ‘la tierra’, la propuesta de García Usta instaura toda una
reformulación lírica de lo telúrico. Como lo ocurrido con los personajes tipo
(no típicos) de sus poemas de filiación y procreación en los que no hay nada,
pero nada de realismo social, ‘la tierra’ en esta poesía no tiene que ver con
lo terrígeno agotado en las corrientes costumbrista, naturalista, y realista
que pertenece a una tradición desactualizada. De este modo, el Propósito de Luis Taboada de ‘hacer hijos duros’, solo tendrá validez
en la medida en que ‘rompan tierras’;
clara alusión al campo, pero más que eso, a trabajarlo. Mientras tanto, en el
Bajo de la Marcela, los hombres no solo dependen de su afectuosa filiación
parental, sino que desde los ‘dos años
conocen el valor de la tierra’, y a los quince descubren ‘en los besos de su madre / la edad de una
tierra inalterable’, clara alusión poética a nuestra filiación primigenia
original, y a nuestro destino final de ser polvo al que retornaremos. En Declaración de amor de Demetrio Spath,
el declarante no sabe cómo vino a ‘estas
tierras anchas’ (…) donde ‘el verde
no limita: se derrama y duele’. Ese inmigrante no solo declara su amor a
una mujer, sino a la nueva tierra en la que encuentra el cobijo de una renovada
madre genesíaca, en la cual, a su vez, conocerá a Someya Baladí, que en su
momento será la madre de los ‘cinco hijos
correctos’ que le promete. En Mandamientos
para la busca de una mujer, el hombre debe tocar a la hembra como ‘a tierra pariendo’, y en Donde todo sigue naciendo, ‘el hombre / cae a la tierra… En una
clara analogía con la semilla fecundante que perpetúa el eterno ciclo de nacimientos
y muertes que es el devenir de cuanto existe.
Como
las de la tierra, las alusiones al agua no son menos frecuentes. Las mujeres
tienen ‘parentesco con la lluvia’ (Declaración de amor…); la mujer que se
busque debe ser ‘buena, / con los ojos de
agua’ (Mandamientos para…); los
hijos deben saber de ‘mujeres madres y
manejos de ríos…’ (Proverbios…);
para lograr el acto de amor hay que indagar por qué ‘el padre amistoso y la palabra de agua / son puentes de amor’ (Receta de guayacán…); la mujer núbil
huele a ‘agua trabajada’, y esa misma
mujer tendrá como comadrona a un ‘río
partero’; mientras cuando los futuros padres ‘acercaron sus ansias / solo un río a esa hora mostraba el tiempo’ (El mejor de sus días), y en una clara
alusión al Río Sinú, en Bechara Chalela alguien dice: ‘soy hijo de estas aguas’.
Pero
además de tierra y agua, una pareja de enamorados ‘son ahora, dos canoas / que anulan la paz de la corriente’,
refiriéndose al acto de amarse, y en otra parte de la vasta geografía de este
libro, los hombres oyen ‘hablar de canoas
y preñeces’.
III
Conclusión
La
presencia de los motivos interpretados trasciende el repertorio del cual fueron
extraídos; configuran un rasgo que aplica a toda la producción poética de
García Usta. A mi modo de ver ese rasgo arma una holística de la vida como caosmos relacional en el cual todo lo
humano, su parte superficial evidente, así como aquella que emerge de lo más
profundo del subsuelo de su condición, descansa en un abismal sentido de
pertenencia a la tierra que somos, al agua en que nos disolvemos, al viento que
nos traspasa, a los hijos que fuimos, a los que tenemos; incluso los que no
tuvimos ni tendremos.
Es
un alto mérito disponer de la capacidad para utilizar recursos tan elementales
en la construcción de símbolos e imágenes vivaces y dotarlas del ritmo de una
danza verbal cuyo sentido estético traduzca las plurales dimensiones de los
grandes misterios de la existencia y de los universos en que esta transcurre.
Tal vez el secreto que explica ese logro sea que esta poesía está hecha de
barro, ceniza, sudor, saliva, agua, aire, tierra, canoas, ríos, cielo, mar,
guayacanes, vientre, axilas, ombligos, labios, besos, ¡y hasta de Zoe! En fin,
de todo aquello que hace al mundo y nos hace a nosotros. El diccionario de la
sensibilidad desbordante de Jorge es inagotable e imposible de inventariar. Si
la poesía de sus poemas re-presenta lo más raizal de una región, más
exactamente, de un local, no menos cierto es que consigue indagar
simbólicamente los grandes enigmas a partir de lo más familiar.
Ya
lo dijo Tolstoi: ‘escribe bien sobre tu
aldea y serás universal’.
*Profesor
catedrático del Programa de Lingüística y Literatura de la Universidad de
Cartagena desde hace veinte años. El texto anterior hace parte del volumen
titulado Miscelánea, que como el
resto de su producción, formada por una veintena de libros, se encuentra
inédita.
(1) Todas las citas
provienen de la primera edición de Noticias
de un animal antiguo, antología de la producción poética que Jorge García
Usta tenía acumulada hasta el año 2001. Fue publicada por el Área Cultural de
la Gobernación de Córdoba. El texto anterior fue leído en el lanzamiento
realizado en el Aula Máxima de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Cartagena en aquel ya remoto año.
TESTIMONIO: PACTO CON EL DIABLO . Soy una mujer y he estado haciendo el trato durante cuatro años. as? que soy viejo en eso. Yo solía ser una camarera en un restaurante. pero hoy gracias al pacto soy accionista de empresas internacionales como Facebook, twitter, Renault, Visa, Western Union....... Tengo empresas en todo el mundo. Estoy muy feliz con mi esposo y mis dos hijos. Est? bien. Doy las gracias una vez más a este templo satánico que me ha ayudado a tener éxito en mi vida. para aquellos que quieren contactar con ellos. aquí está su dirección : espiritualtemplo@gmail.com
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