En esta noche brumosa ¿En dónde demonios estás, Philip K. Dick? Detective de lo desconocido que nos enseñaste a mirar debajo de las piedras de la sucia realidad. Quizás Ubik está en este cigarrillo que se consume entre mis dedos, quizás se esconde juguetón en la mano derecha robótica que da un puñetazo contra la pared con un grafiti que dice: ¡Deckard nos salvará de Palmer Eldritch! Quizás un poco de Chew-Zi y la Sustancia D podrían ser suficiente para entender nuestra soledad (entender que el lado oscuro de la luna es nada en comparación a la oscuridad que habita en nuestras cabezas).
Philip ¿Quién demonios soy o quién demonios eres en esta oscura distopía? Tengo tantos nombres e identidades para protegerme según las conveniencias del multiverso, pero una de estas mañanas despertaré y ya no sabré quién soy en este conteo de realidades y la fe en Wilbur Mercer será tan desechable como las viejas fabulas en las que un héroe de marte le apuesta su cabeza al diablo.
Disimularé que una tarde de domingo leí de un tirón, un libro viejo sobre el futuro, en el que un pintor sin piernas y sin brazos tenía la misión de retratar una utopía en la que el Deus Irae era la única salvación que nos quedaba. Amigo, todo esto tiene el poder de descorazonarme, de hacer que vea cada gesto como una broma infinita en la que me encuentro quemando tus novelas en una hoguera en la que fácilmente caben la compleja sencillez de Bradbury y la deliciosa extravagancia de Riders of the Purple Wage.
Quiero
ser un replicante o un inercial o una copia de mis peores defectos y sonreír al
ver llover sobre la ciudad dietilamida de ácido lisérgico, en ese momento en el
que Glenn Rucinter y Robert Arctor se dan la mano en un callejón que bien puede
existir en la Interzona del Dr. Benway o en los reinos del Tadeys del Dr. Ky
(yo me entiendo y me desentiendo entre las páginas de mis libros).
II
El motivo de esta carta, más allá de ostentar ante mis amigos que escribí una carta a Philip K. Dick (y que será la única que leerás donde sea que te encuentres), es preguntarte sobre una entidad multidimensional que tiene varias apariencias y se muestra ante nosotros como un fanzine o una publicación irreverente que retrata, conspira y ataca algunos de los preceptos del mundo. Tengo la sospecha, de la más oscura naturaleza, de que esa entidad esconde propósitos que a largo plazo desestabilizarán todo lo que conocemos como la realidad.
He tenido la oportunidad de dialogar un par de veces con el emisario, Boris G. (un tipo tan peligroso como un replicante o como el mismísimo Dr. Bloodmoney), y no me cabe la menor duda de que esa entidad o cosa, que se hace llamar Ficciorama, tiene un extraño parentesco con la criatura monstruosa de Faith of Our Fathers. La fachada de presentar información confidencial sobre algunos mesías del underground, le convierte en un agujero negro que al ser leído, se alimenta de las emociones de sus lectores y los invade con las ideas más descabelladas. Imagínate mi profundo desconcierto la primera vez que llegó un paquete de Ficciorama a mis manos. Fue como una abominable epifanía, un encuentro con verdades subterráneas, suficiente para llevarme a la conclusión de que no estoy solo en la paranoia, hay otros que me acompañan en la abismal sospecha de que a este cuento de la realidad le hace falta un pedazo y mientras no accedamos a esa pieza, seguiremos a oscuras en una sonriente esclavitud.
Sé que a ti, Philip Kindred Dick, estos asuntos te tienen sin cuidado, pero es que cuando uno admira a un tipo que tiene la valentía de saltar una pared repleta de vidrios marcianos, llevando una pistola de rayos imaginaria, quiere contarle de todos esos asuntos que van y vienen martillando la cabeza delirante de la humanidad. ¿Cuál sería la expresión de tu cara si llegara a tus manos en forma de fanzine, la entidad Ficciorama, y te sonriera desde la portada con tu misma cara, como en una macabra broma solo concebida por ti?
PKD, no te rías de mi desconcierto, solo quiero que sepas que estamos agradecidos por todas tus grandes ideas, por tus personajes y por la certeza de que hubo un tipo listo que miro con furia debajo de la alfombra del mundo.
Nota autómata y explosiva: Esta carta no
tiene sentido… es una trampa conceptual ideada por la centésima edición de la
inclasificable entidad Polifacética Ficciorama, si es listo salga corriendo y
escriba en su frente la palabra Ejuslordovosolvotlon.
Yellow Hell City 12 de marzo del 2029
*Esta carta fue escrita para participar en la
convocatoria de la edición 100 del fanzine Ficciorama y fue publicada en el
mismo en un momento indeterminado del terrorífico 2020
EL
SEÑOR UNDERGROUND
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