Al entrar a la biblioteca encontré
al bibliotecario metiendo su verga en el Quijote. Me sentí confundida,
preguntándome qué significaba todo aquello. Traté de actuar de forma natural,
pero el asco era más fuerte. Me aparté y caminé hacia los estantes para buscar el
libro que necesitaba y largarme. Pero para llegar a la sección de Historia
debía pasar por la de literatura y ciencias exactas. Escuché voces y risas entre
las mesas por lo que aceleré mi búsqueda. Cuál fue mi sorpresa al encontrar a
un maestro enseñando a unos niños a meter sus pequeñas pichas en los libros de
arte. La escena me pareció tan grotesca que grité ¡monstruo! Al degenerado
individuo. La respuesta de indignación de este no se hizo esperar.
-¿Monstruo?
Mis queridos niños esta es una de las que se niega a aceptar el Nuevo Orden…
ignórenla… solo siente envidia por no tener uno de estos que pueda meter entre
las paginas… por eso les digo que deben sentirse orgullosos de haber nacido
hombres…
Me alejé con la cabeza y el
estómago dándome vueltas. Más adelante encontré a un anciano que miraba las
páginas amarillas de un libro con una lupa. Al verme tan agitada, se acercó a
ofrecerme ayuda y tomándome de los hombros, me sentó en uno de los muebles de
esa sala. Sentí que en cualquier momento me empezaría uno de esos ataques de histeria que terminaban con una
pérdida momentánea de la memoria. El
anciano comprendió el motivo de mi turbación y dijo:
-Querida
sé que es difícil aceptarlo.
-¿En
qué momento empezó esta locura? –le
pregunté-
-Hace
muchos siglos…
Entonces comprendí que debía
hacerle muchas preguntas.
-Pero…
¿Cómo es posible?
-Todo
es posible hermosa. El Nuevo Orden continúa siendo excluyente con las mujeres.
Es increíble que te dejaran entrar a
esta biblioteca. Los libros son un asunto exclusivo de hombres. Muchas mujeres
se han disfrazado de hombres y las más afortunadas se han mandado a operar…
aunque el cambio de sexo no es la solución. Todas las bibliotecas del mundo
tienen detectores de mujeres. Ninguna puede entrar sin activar las alarmas… lo
que significa que…
-Pero
no me parece justo ¿Qué puede haber de sensato en el acto de meter un pene
entre las páginas de un libro?
-Hermosa
¿escuchaste lo que te dije? Las bibliotecas están llenas de detectores de
mujeres, lo que hace que ninguna pueda entrar en una sin activar…
-¿Qué
está insinuando? ¿Acaso usted también
apoya esta locura?
El anciano se levanta, se acerca al
estante más cercano, saca un libro y me lo muestra, es una edición de lujo de
“La Divina Comedia”, se baja los pantalones y empieza a culearse el libro con
su picha flácida, mientras me mira con unos ojos de demente libidinoso.
-¡Este
es el Nuevo Orden y no lo puedes evitar! ¡Los libros ya no son para leer, sino
para seducirlos y culearlos! ¡Las bibliotecas son los nuevos burdeles y los
escritores los nuevos proxenetas!
-Usted
también… ¡Usted también está loco!
-Deberías
avergonzarte hermosa… o mejor dicho: ¡hermoso! ¿Por qué reniegas de lo que te
cuelga entre las piernas? ¡Deberías estar orgulloso de ser uno de nosotros!
-¿De
qué habla, maldito pervertido?
Me levanté y corrí horrorizada.
Antes de salir, encontré al bibliotecario y a un adolescente culiandose como
unos energúmenos a “La Ilíada” y “La Odisea”.
-¡No
puede ser, no puede ser!
En la calle encontré aun sacerdote metiendo su picha en una
hermosa biblia como si estuviera cumpliendo uno de los sacramentos.
-¡Esto
no puede estar pasando!
Al pasar por una librería sentí que
algo se retorcía entre mis piernas. Lancé un grito porque pensé que un bicho se
había metido en mi falda. Y fue entonces cuando vi la cosa más inmunda sobre la
faz de la Tierra. Era una verga gigante que se levantaba ostentando una
monstruosa erección. Y entonces supe con
asco y decepción, lo que todo este tiempo me había negado a aceptar… era un hombre... yo era un hombre... un hombre... uno de los que se podía culiar a la historia y
a la literatura, un violador de libros que se negaba a lo evidente. Hasta
ahora...
Hasta ahora...
Ja
ja ja
Algunas tardes salgo confundida a
caminar para olvidar que soy un él, otras tardes me encierro con mis libros a
hacerle el amor mientras allá fuera el mundo y las estrellas se consumen.
El Nuevo (Porn) Orden es el rey y
los libros sus tristes prostitutas.
Este cuento se publicó por primera vez en la edición 14 del fanzine QoXaHoMN
Texto:
EL SEÑOR UNDERGROUND
Fotografía: JAN SAUDEK
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