Notas
sobre algo en lo que estoy pensando
1. Abril
15 del 2020. Hoy después de varios días del cierre de fronteras, escuchamos un
avión a pocos minutos de aterrizar. Ese sonido al que estábamos acostumbrados,
ahora nos resulta extraño y hasta intimidante. Así como este, otros sonidos y
voces también han mermado, mientras otros han pasado a ocupar un primer plano
en nuestra escucha, como ha sucedido con los trinos de los pájaros o el ladrido
de los perros en la noche.
2. Los
vendedores ambulantes hacen parte del paisaje sonoro de Cartagena, sus voces y
pregones son sonidos huellas que aportan al sentir identitario de la vida en el
barrio. Por estos días su presencia se ha mantenido, incluso hemos notado voces
intermitentes que nunca antes habían frecuentado nuestra calle, algunos con
acento venezolano. Sus horarios han cambiado, pero no dejan de pasar con sus
carretillas, facilitándonos como siempre el abastecimiento de frutas,
tubérculos y de nuestro amado plátano verde. Ellos nos recuerdan que estamos en
la época de la ciruela y que los mangos ya están maduros. Y ¿por qué siguen
saliendo pese a la cuarentena? Pues
sabemos que, para ellos, como un gran sector de la población cartagenera, que
viven del sustento diario es imposible quedarse en casa. Aquí sólo nos recoge
la lluvia.
3. Entre
los vendedores ambulantes hay unos que se dedican a vender macetas, abono y
plantas, me gusta llamarlos los señores del bosque móvil. Ellos son los grandes
ausentes por estos días a causa de las medidas de confinamiento social
implementadas ante la pandemia. Al sentir su ausencia en el paisaje sonoro del
barrio, decidí retomar un relato corto que escribí hace unos meses inspirado en
ellos y en su labor para hacer una edición en tela, un material que amo porque
me hace sentir más cerca de mi madre. El relato es una oda a los árboles y
plantas de jardines y patios; nuestros bosques más cercanos.
Autora:
Victoria Onatra
https://victoriaonatra.hotglue.me/
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