Todos
aplaudimos cuando escuchamos que el sacerdote dio la bendición a Daniel
Picharoja y a su pareja. Después del “los declaro marido y mujer”, Daniel
Picharoja se bajó los pantalones y dejó que su esposa, una lombriz solitaria de
cinco metros vestida de novia, se metiera en su culo, con la más grande
satisfacción para ambos. El sonido de la
esposa abriéndose paso entre los intestinos de su esposo, conmovió a todos los
ahí presentes, en especial a las mujeres, que no podían evitar llorar de
felicidad. Cuando salieron de la iglesia los invitados lanzaban arroz a los
novios, que ahora eran dos en uno, y felicitaban a Daniel Picharoja por
encontrar una esposa tan hermosa que se comiera sus tripas.
Un
mes después Daniel Picharoja nos confesó que su amada le era infiel. Todas las
noches escapaba y se metía en otros culos. Regresaba al amanecer sucia de
excrementos, ebria y feliz por haber visitado los bares donde otras solitarias
les eran infiel a sus maridos. Cuando nos contó su desdicha, comprendimos que
debíamos hacer algo por nuestro amigo. Fue Ernesto Falopio al que se le ocurrió
la mejor de las ideas: esa misma noche llevamos a Daniel Picharoja a un
estanque de aguas residuales y le animamos a que le fuera infiel a la maldita
solitaria, bañándose en las oscuras aguas atestadas de un gran número de
posibles de amantes.
Una
hora después nuestro amigo salía del estanque sonriente porque había conocido
al reemplazo ideal, el amor de su vida. Y sin pensarlo dos veces se agachó y
cagó a su adultera esposa-lombriz-tenia y le exigió el divorcio.
Dos
días después aplaudimos cuando escuchamos que el sacerdote dio su bendición a
Daniel Picharoja y a su nueva pareja. Después del “los declaro marido y mujer”,
Daniel Picharoja se bajó los pantalones y dejó que su nueva esposa, una
sanguijuela de ocho metros vestida de novia, se metiera en su culo con la más
grande satisfacción. Y las mujeres no paraban de llorar de felicidad porque Daniel Picharoja había
encontrado el verdadero amor, una esposa tan hermosa que se comería sus tripas
en la luna de miel.
Este cuento se publicó por
primera vez en la edición décimo novena del fanzine QöXaHöMN
Autor:
El Señor Underground
DIGNO
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