CIRQUE DU SILENCE



A Hernán Grey Zapateiro


En la semioscuridad de un maloliente calabozo se encuentran encerrados dos curiosos personajes. El más colorido de ellos es un individuo que no supera los 30 años, está acostado en el piso mientras mira las telarañas en el techo. El otro, un anciano octogenario, se encuentra de pie apartado de la entrada, mirando a través de una pequeña ventana con fríos barrotes, las lejanas luces resplandecientes de la ciudad. En el tiempo que llevan encerrados, el más joven no ha dejado de atacar con su voz aguda al más viejo.

Payaso: Te lo digo… Los de tu raza viven en una realidad de formas invisibles habitadas por la desesperanza y la ridiculez. No he conocido a ninguno de los tuyos que haya logrado últimamente satisfacer a uno solo de los hombres…

Mimo:

Payaso: Ninguno de los que razonan jamás podrán decir que el Arte del Mimetismo es imprescindible para la humanidad. A nadie le gusta ver que un hombrecito insignificante, con la pretensión de ser cómico, venga y ridiculice su andar, parodiando lo que es considerado más virtuoso. Respóndeme ¿Qué sentido se le puede encontrar al repetir los gestos grotescos de los hombres, acaso al imitar la imperfección no se comete una especie de Inmoralismo Antiestético?

Mimo: …

Payaso: Ustedes convierten el humor en algo aborrecible… ¡El color, el color, mi querido desgraciado, eso lo es todo a la hora de hacer que broten las risas! Mírame… Estos colores  pueden hacer que un hombre muriera literalmente de la risa. Mira mi nariz roja, mi peluca, mis ojos juguetones y estos zapatos talla 70 ¿acaso no soy uno de los verdaderos dueños del humor? ¡El payaso nace con una sonrisa y hace que todos rían desde el primer instante en que sale del vientre de la madre!

Mimo:

Payaso: Los mimos son todo lo contrario… Te lo voy a demostrar a través de dos premisas. La primera, un mimo no es nada sin la compañía  de los hombres, porque no hay nada más ridículo que mimetizar a una piedra o a un árbol; el mimo deja de ser mimo en la soledad. Nosotros hacemos payasadas estemos solos o acompañados. La segunda, el mimo viste de negro y blanco porque carga con una visión dual y trágica de la vida, es como si cargara luto por la muerte de su sentido del humor. Los payasos se visten de todos los colores porque saben que nada importa más que la risa, no se engañan creyendo que el mundo se mueve según principios maniqueistas  que…

El payaso es interrumpido por unos pasos que se acercan. Pasan unos segundos y aparece un guardia regordete y bajito con rostro de pocos amigos. Trae en sus manos una bandeja sobre la cual yacen dos platos y un vaso con sus respectivos alimentos.

Guardia: ¡Payaso! ¡Payaso! ¡Payaso!

Llama al payaso con una insistencia fuera de lugar, como si este se encontrara a muchos metros de distancia.

Guardia: ¡Payaso aquí está la cena! 

Payaso: ¡Muchas gracias señor por acordarse de este pobre payaso, que la cachiporra se lo pague!   

Guardia: ¿Cómo? La cachi… La cachi… ¡Ja,ja,ja!           

Payaso: ¿Ves? Eso es verdadero humor…

El payaso agarra el plato y el vaso que le ofrece el guardia, que incluyen, un pan, una salchicha y humeante café sin azúcar. Se sienta en un rincón cerca de la entrada.

Guardia: ¡Mimo! ¡Mimo! ¡Maldito!

El mimo se acerca y se queda mirando detenidamente el plato vacio que le ofrece el guardia.

Guardia: ¡Aquí está tu cena! ¿Te gusta? ¡Es invisible!

Mimo:

Payaso: ¡Ju, ja, ju, ja!

Guardia: ¡Ja, ja, ja! ¡Qué gran manjar!

El mimo toma el plato y regresa junto a la ventana, esta vez dando la espalda a las luces del exterior.

Guardia: ¡Vaya, ese pollo invisible acompañado de papitas y malteada invisible, es la cena más rica que haya visto!

Payaso: ¡Ju, ja, ju, ja!

El mimo hace ademan de comer y disfrutar lo que esta en su plato. El guardia sale por el pasillo soltando una última carcajada.

Payaso: ¡Hasta un gusano con uniforme se burla de tu condición!

El payaso lanza violentamente el plato y el vaso contra la pared. Se levanta y se acerca al mimo que come con placer lo que al parecer es un muslo invisible de pollo.

Payaso: ¡Maldición, por idiotas como tú es que los hombres no valoran nuestro arte!

Mimo:

Payaso: …

El payaso se queda mirando con desprecio todos los movimientos del mimo, que continua comiendo con paciencia su cena invisible.

Payaso: ¡Dime algo maldito! ¡Quiero que te defiendas!

Mimo:

Payaso: ¿Acaso crees que tu arte de imitaciones es superior a mi arte de creaciones humorísticas?

El mimo continua con sus ademanes de buen comedor. El payaso sintiéndose ignorado le lanza un puntapié que hace que el plato caiga de sus manos haciendo un ruido ensordecedor al caer.

Payaso: ¡Defiéndete o te juro que te mato!

Mimo:

El mimo le da la espalda y vuelve a mirar las lejanas luces de la ciudad a través de los fríos barrotes en la pequeña ventana. Hace los ademanes de sacar un cigarrillo y un encendedor del bolsillo de su camisa. Lleva el cigarrillo invisible a su boca y lo prende con el fuego invisible del encendedor que el payaso por mucho que lo intenta no  puede imaginar. Aspira con maestría y segundos después, suelta en el aire un hermoso humo invisible que se escapa por la ventana.

Payaso: ¡Todo en ustedes los mimos es inexistente, es por eso que son unos incapaces! ¿Acaso crees que con su mundo de imposibles pueden  alcanzar respeto en el mundo materialista de los hombres?

Mimo:

Payaso: ¡Eres un pobre diablo!

El payaso se vuelve a acostar. Cierra los ojos como si recordara, cayendo en un estado de trance.

Payaso: ¡wi, ji, ji, ju, ja, wi, wa! ¡Boom! ¡Baam! ¡Boom! ¡Baam! ¡Boom! ¡Baam! ¡Boom! ¡Baam!

Mimo:

Payaso: En el circo donde nací se contaba una historia…

Mimo:

Payaso: Se decía que un mimo había asesinado a mi padre. Mi padre era un Trickster en todo el sentido de la expresión. No había rey del mundo que no quisiera contratar sus servicios que de forma eficiente podía matar de la risa a un ejército de hombres fuertes. El mimo que dicen que lo mató  le tenía envidia porque mi padre poseía el sentido del humor más respetado y poderoso, tanto que conquistó la Arlequín más hermosa y divertida de…

Mimo:

Payaso: Esa arlequín era mi madre.  Hija de un distinguido clan de Reyes Clowns, cualquiera que conquistara su corazón estaba destinado a convertirse en el rey de los bufones, en señor y soberano de las risas y las carcajadas de los hombres…

Mimo:

Payaso: Siendo mi padre el rey del humor, fue asesinado por un maldito mimo, uno de tu raza de imitadores melancólicos…

El mimo continua con sus mímicas de fumador. Mira las luces resplandecientes de la ciudad a través de los barrotes en la pequeña ventana.

Payasos: Algunos detractores de mi familia dicen que mi padre era un traidor capaz de todo por hacer reír a la multitud; un demente del humor que no sabía cuando parar de hacer bromas grotescas…

Mimo: …

Payaso: En una de esas sesiones que para muchos eran insoportables, humilló públicamente a un mimo de su misma edad que había perfeccionado el arte de la mímica hasta el punto de llevar una existencia extremadamente silenciosa. Ese mimo inexpresivo, después de la afrenta, esperó que mi padre terminara su acto y cuando nadie se lo esperaba se abalanzó sobre él y haciendo la mímica de que disparaba un revolver le dio dos tiros y lo mató…

Mimo: …

Payaso: ¡Pero yo sé que eso es imposible!  Mi padre era un hombre de honor que jamás recurrió al humor negro… ¡Es imposible que una maldita mímica hecha por un ser inferior como lo es un mimo, pueda matar a un ser tan poderoso!

Mimo:

Payaso: ¡Es indudable que nosotros los payasos somos poderosos!

Mimo:

El payaso comienza a cantar como un poseso.

Payaso: ¡Un payaso poderoso! ¡Un payaso poderoso! ¡Un payaso poderoso! ¡Un payaso poderoso! ¡Un payaso poderoso! ¡Un payaso poderoso! ¡ju, ja, ju, ja!

El payaso se queda dormido balbuceando maldiciones contra el mimo, pero inesperadamente se despierta y levantándose violentamente se abalanza sobre el mimo, dándole un puñetazo en la cabeza.

Payaso: ¡Ju, ja, ju, ja!

Mimo:

Payaso: ¡Ju, ja, ju, ja! ¡Ríe maldito!

Aparece el guardia y mira al payaso de forma inquisitoria y luego…

Guardia: ¡Sigue golpeando a ese hijo de puta! ¡Ja, ja, ja!

Payaso: ¡Ju, ja, ju, ja!

Guardia: ¡Ja, ja, ja! La otra noche, después de haber liquidado a mi mujer al agarrarla con su amante, me encontré en la calle con este miserable que se atrevió a imitar con felicidad, los gestos de mi   tristeza…

Mimo:

Payaso: ¡Maldito, ninguno te quiere! ¡Ju, ja, ju, ja!

El mimo hace la mímica de sacar cuidadosamente algo de gran tamaño del bolsillo de su camisa. Lo empuña y apunta al guardia. Es un hermoso revolver Colt Python 357 Magnum invisible. Sin más, se escucha una estruendosa detonación y un grito de horror y sorpresa. El guardia cae sin vida con un gesto ridículo en la cara y con un gran agujero en la frente del cual brota la sangre. El payaso horrorizado llora.

Payaso: ¡Tú eres…! ¡Nooooo!

Mimo:

Payaso: ¡Tú fuiste el asesino de mi padre!

Mimo:

Payaso: ¡No me mates por favor!

El mimo permanece impasible con la expresión ausente del principio. Apunta con la Colt invisible al payaso unos segundos y luego la guarda en el bolsillo de donde la sacó. 

Payaso: ¡No es posible!

Mimo: …

El payaso entra en shock mientras ve al mimo que se dirige a la ventana, buscando al parecer, lanzar una última mirada a las luces resplandecientes del exterior.

Payaso: ¡Qué clase de humor es este!

Mimo:

Se escuchan pasos de una multitud de botas que corren hacia la celda acompañadas de un crujir de armamento de alto calibre.

Payaso: ¡Sálvenme, sálvenme!

Mimo: …

Payaso: ¡Ahora si te van a dar el castigo que te mereces, maldito imitador! ¡Ya nunca más habrá espectáculos para ti! ¡ju, ja, ju, ja!

Mimo:

Los pasos se escuchan cada vez más cerca. El mimo vuelve a meter la mano en el bolsillo de su camisa y saca algo de tamaño insignificante. Hace la mímica de que está tocando  una puerta y le muestra al payaso lo que sacó del bolsillo y que éste no puede ver: es una pequeña e invisible llave dorada.

Payaso: ¿Qué demonios es eso? ¡Ayúdenme, ayúdenme, este demente me quiere matar!

El mimo hace ademan de meter la llave invisible en lo que al parecer es una cerradura invisible. Abre la puerta que también es invisible, hace una humilde pero magnifica reverencia al payaso, y sin más, desaparece.  Fin del espectáculo.

 

Diciembre 2010- junio 2012

 

Autor: El Señor Underground

Portada: The Laugh” de Mark Bryan


 

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