ARGOS O EL PLACER DE RECORRER LA CIUDAD CON LOS OJOS CERRADOS
Yellow Hell City
es una piñata que espera
que la golpees
con el garrote de la imaginación.
Y vuelve aparecer la ciudad en mis sueños. Toda desdoblada, pidiéndome que la habite con los nuevos disfraces del ser. Pretende que la persiga a través de sus calles, en el juego de las multiperspectivas, donde una caricia es una hermosa cuchillada y una caneca es el trono desde el que se puede gobernar al próximo reino de los cigarros encendidos.
Y entonces un día cualquiera, a la hora en que las marías mulatas en la avenida Santander picotean una bolsa llena de basura, mi cuerpo sufre una metamorfosis y como si fuera un poseído empiezo a convulsionar frente al mar; a sentir cómo el destino o el azar le pueden patear el culo a un transeúnte solo para darle un extraño don. Mi cabeza se hincha como un globo y empieza a llenarse de ojos mirones. Ojos de todos los colores y tamaños parpadeando ante la feliz percepción de las primeras imágenes del mundo. Lo más extraordinario es que con cada uno puedo ver el mundo de una manera diferente: Colores, formas, superficies, profundidad… Es como si me encontrara frente a una multitud de pantallas de televisores en los que se trasmiten todo lo que pasa en el mundo.
Y ante este nuevo estado creo que voy a enloquecer, pero al parecer mi conciencia no es la misma porque ahí mismo tomo aire y decido ir a caminar como si lo más natural fuera que un tipo tuviera mil ojos en la cabeza. Todo esto me demuestra que para cambiar nuestra percepción de la realidad debemos dejar que el camión del caos nos atropelle: conmocionados en los cuidados intensivos de la imaginación, la vida se nos presentará como lo que es, una fiesta de anarquistas bebiendo agua panela con limón bajo un cielo azul de verano.
Y entonces los balcones, los andenes, las paredes, las murallas, las señales de tránsito, los caminantes, los edificios, los árboles y todo el mar de elementos urbanos, se distorsionan hasta el punto de empezar a significar cualquier cosa desconcertante. Hago combinaciones de ojos y miradas, parpadeando y bizqueando, y lo que se muestra es tan maravilloso e inexplicable que si corriera a buscar a uno de mis conocidos para contarles lo que veo, pensarían que estoy bromeando o me he vuelto loco.
Y pienso en Argos y su cuerpo lleno de ojos. Pienso en su pupila incesante y devoradora. Siento que soy su hermano con esta cabeza visual con tantas ventanas por las que mirar que el mundo fuera de mí necesita aventureros que se pierdan en él de todas las maneras en que un hombre se puede perder para encontrarse. Entonces me digo: Hoy soy Argos, hoy tengo los ojos de todos los habitantes de esta ciudad y voy a mirar la vida con su irónica y perra complejidad.
Y en lo mejor de todos estos pensamientos, mi cerebro explota y me desmayo. Caigo en un caño y los cangrejos y los pájaros arrancan y picotean casi todas mis pupilas; pero me quedan los ojos de un perro callejero para mirar la última escena con la nobleza de aquellos que se resignaron a ser sacrificados. Todos miran la escena desde el puente, mientras dicen: “Pobre muchacho, por andar tomando fotos distraído se cayó en ese hueco… miren como le quedó el lente de la cámara…y ese chichón en la frente”.
Y despierto en mi cama y toco mis ojos para ver si todavía los tengo y miro lo que me rodea. Una cabeza de tamaño normal, un par de ojos, una conciencia aburrida y la sensación de la pérdida de un gran secreto que pudo darme piezas de ese rompecabezas que llevo armando hace 30 años: el puzle de la ciudad, el rompecocos disperso de Yellow Hell City.
Algo ha cambiado y algo más debe cambiar… No es imposible volver a mirar a esta ciudad con los ojos de la primera vez. Los ojos maravillados ante el espectáculo de cada esquina. Para encontrar la magia debemos desdoblarnos y empezar a mirar las multiperspectivas juguetonas que se esconden bajo la piedra de las apariencias. Yellow Hell City es una piñata que espera que la golpees con el garrote de la imaginación.
***
La
cosa va así: El texto del lado A es una interpretación de las fotos
experimentales de Lesther Trouchon, un gran fotógrafo del que me gustaron sus
imágenes y al que no pude dejar de invitar al blog. Le propuse el ejercicio de que
en una primera muestra yo escribiría sobre sus fotos que retratan con otra
mirada a Yellow Hell City. En un segundo ejercicio (el lado B) él saldrá a
interpretar con sus fotos un texto que le entregaré sobre cualquier rollo de la
ciudad. Debo confesar que lo que escribo es solo un acompañante, las fotografías son y serán las verdaderas
protagonistas de este juego de perspectivas. Doy las gracias de antemano a
Lesther por aceptar mi invitación y por su iniciativa de jugar con las caras de
mi amada ciudad infernal.
Fotos: Lesther
Truchon
Texto: El Señor
Underground
No hay comentarios.:
Publicar un comentario