LIBROTÓN: ALGUNAS PALABRAS SOBRE EL INCENDIO DE UNA LIBRERÍA DE SEGUNDA

  


La madrugada del viernes 22 de septiembre del presente año, en circunstancias que algunos consideran normales, y yo sospechosas, se prendió la caseta de libros de Francisco Cerna, conocido por todos como el Cuca. El 80% de los libros fue consumido por el fuego y el otro 20%  fue mojado por los “eficientes” bomberos en su intento por apagar las llamas. Todo esto podría pasar como una noticia típica en Yellow Hell City, sino fuera porque deja ver algunos de los problemas que  desde hace mucho están jodiendo la ciudad.

El sábado Victoria Onatra y yo llegamos al Centenario al mediodía para mostrar al Cuca nuestro apoyo y preocupación por su situación. El kiosco estaba solo. Lo primero que sentimos al llegar era el olor a chamusquina, ese insoportable olor que dejan los grandes incendios. Libros desojados, quemados y mojados por todas partes, creando un caos de páginas y títulos en los que se podía leer un mensaje fragmentado que no me tomé la tarea de descifrar  por la misma decepción.



Estuvimos mirando  en silencio y todo el que pasaba por ahí nos preguntaba si éramos de la Universidad de Cartagena. Estuve tentado a decir: Somos egresados de la UdeC más no representantes enviados por esta. Pero en estos casos todo lo que se diga siempre está de más. Nos miraban como si tuviéramos la obligación de hacer algo, y empecé a fastidiarme. Nuestro propósito  era ir a ofrecer nuestra ayuda y comentarle de la intención de hacer un recolecta de libros y revistas entre los amigos, conocidos y profesores de la universidad, precisamente por el afecto y el respeto que le tenemos a su trabajo. Pero la gente, siempre terceros, deforman todo con su puta palabrería disfrazada de justicia. Entre esos hubo varios que insinuaron que el puesto había sido quemado por algún hijueputa maldadoso, lo que hacía que mi paranoia creciera, porque considero que lo del corto circuito es una patraña simplista para evitar una investigación.

Unos minutos después llegó el Cuca quien recibió con agrado nuestra presencia, como siempre que íbamos a mirar o a comprar libros. Nos comentó de  lo inesperado de todo y de cómo tocaba esperar a ver qué se resolvía. Siempre tranquilo, nunca perdió la compostura ante la visión de toda su mercancía quemada y tirada en el suelo como basura. La tristeza flotaba a nuestro alrededor y todo el que pasaba soltaba palabras de aliento al librero. En ese momento se confirmó una teoría que siempre he pensado sobre los habitantes de Yellow Hell City: Aquí todos son sensibles y sienten compasión por la desgracia del otro, pero se queda solo en eso, en un sentimiento de querer ayudar, pocas veces hay una verdadera movilización y un intento de ayuda. El nativo se compadece y quiere el cambio, pero espera que sea otro el que lo haga “para no estorbar a los que de verdad pueden ayudar”. No hay que ser un genio para saber  cuál es el resultado, solo basta mirar a nuestro alrededor.





Le comentamos al Cuca de nuestras intenciones y nos dio las gracias por el gesto. En ese momento se acercaron otros libreros a hacer sugerencias que aunque eran necesarias, por mi estado de ánimo, me parecieron fuera de lugar. Como por ejemplo: “Hay que dejar de pensar en recoger tanto libro y ver cómo se recoge plata para arreglar el techo del kiosco”. Me estaba irritando, y trataba de ignorar todo lo que no fuera directamente con el  desventurado librero.

El Cuca nos comentó de la situación típicamente kafkiana que le tocó padecer al ir a la alcaldía a presentar el caso y pedir ayuda. Como era de esperarse lo mandaron de un lugar a otro, dando respuestas equivocas en cada una de las dependencias. “”El alcalde encargado está de viaje” “Por ahora no podemos hacer nada al respecto…” “Blablablablabla”. La misma cháchara de siempre. Estamos gobernados por fantasmas y cuando vamos a pedir ayuda recibimos respuestas o ayudas fantasmales, que desaparecerán al amanecer. Subterfugios, indirectas, miradas burlonas y risitas es lo único a lo que puede aspirar un habitante que no tenga un apellido o una palanca (hablando de palancas, me acuerdo de hace algunos años cuando fui con un amigo a llevar una hoja de vida a las oficinas de la secretaría de educación. No sabíamos  que el proceso se debía hacer vía virtual. La funcionaría que nos recibió nos dijo, mientras nos entregaba una dirección: “queridos, esta es la página en la que deben diligenciar la hoja de vida. La montan y luego activan su palanca, para que se mueva a ver en qué parte los ponen”. Nos quedamos fríos ante sus palabras  y  juro que al salir de ahí no pude evitar llorar. Ha sido uno de esos momentos en los que me he odiado por no ser lo suficientemente valiente como para  llevar en mi bolso un puto molotov. “Activan su palanca” jajajajajajajaja la única palanca que tengo es la que llevo conmigo y casi siempre está activada jajajaja).




Indiferencia, mala administración, malos entendidos, gente con una opinión de mierda, chismes, discriminación,  manoseo de la raíces y la cultura, corrupción, intolerancia e ignorancia, son algunos de los grandes males de esta ciudad, y los vemos reflejados cuando cosas como las del kiosco del Cuca pasan. Lo más triste es que todo siempre depende de la perspectiva desde la que se lo muestre. En muchos sentidos a muy pocos  les importa el destino de un viejo librero del Centenario que vende libros usados, a muy pocos les interesa si se queman o no el resto de Kioscos. A la mierda con todos ustedes.

Le pedí el numero para no perder contacto con él y nos despedimos (debo agregar que he omitido un montón de detalles que vimos y ocurrieron  en el tiempo que estuvimos ahí, como el de tener que montarme sobre la pila de libros quemados para poder fotografiar el estado del kiosco. No fue una sensación agradable). Victoria Onatra y yo nos sentamos en el interior del Centenario a ver cómo pasaba la tarde de sábado de los indiferentes  al destino de unos libros que ahora solo son cenizas.


***
Son pocas las librerías de segunda en Yellow Hell City y nuestro deber como lectores y como amantes de encontrar ediciones inesperadas, es ayudar a los libreros, primero comprándoles  y segundo manteniendo el espíritu de la lectura vivo entre las nuevas generaciones. No me voy a poner con rollos y voy a ser directo:

SI USTED TIENE UN LIBRO, UNA REVISTA, UN CATÁLOGO, UNA ENCICLOPEDIA O HASTA UN PUTO ÁLBUM FAMILIAR, QUE PUEDA DONAR PARA AYUDAR A UNA PERSONA QUE HA PERDIDO TODO CON LO QUE HA TRABAJADO DURANTE 30 AÑOS. LLAME AL SEÑOR FRANCISCO "EL CUCA" AL 312 6629824 Y PREGÚNTELE CÓMO HACE PARA ENTREGAR SU DONACIÓN O VAYA AL KIOSCO "LIBROS EL CUCA". 

Según tengo entendido hay otras personas que están haciendo una librotón, lo que me parece maravilloso.  La intención no es competir para ver  quién recoge más, lo que queremos es que el mayor número de personas se animen a regalar ese libro viejo pero en buen estado que será un tesoro en la librería del Cuca. Usted puede escoger cualquiera de las librotón, lo importante es que colabore  y haga parte de esto.

Por favor comparta esta información con sus amigos, vecinos, familiares, compañeros, profesores y todo el que usted crea que puede ayudar al Cuca.

Estaré pendiente a cualquier novedad o Tales Boom que se presente. Pueden escribir a los siguientes correos si hay alguna duda o sugerencia:



EL SEÑOR UNDERGROUND


No hay comentarios.:

Publicar un comentario