Por
Raymundo Gomezcásseres*
Así
se titula la estremecedora y descomunal novela de Vasili Grossman. Sobrepasa
las mil páginas. El registro poético del decir de las dos palabras del título se
reitera en forma ininterrumpida, magistralmente dosificado, para coligar los
contextos histórico-sociales con la dimensión existencial de los protagonistas.
En la breve nota de contraportada se dice que Vida y destino “resiste –si no supera- la comparación con otras
obras maestras como Guerra y paz o Doctor Zhivago”. Comparto totalmente ese
criterio. No son muchos los rasgos que determinan la universalidad de un texto
literario pero para que esta se dé, debe poseerlos todos. Si falta uno solo,
cojea, no alcanza esa cima, y mucho menos su opuesto: la sima. Mencionaré
algunos visibles en Vida y destino.
Primero: la poesía de su prosa. Una cosa es la mal llamada prosa poética (que
nunca ha existido) y otra lo que suscribo: poesía
de la prosa. El relato de Vasili Grossman no es ‘poético’: es poesía;
incluso en los momentos más prosaicos. Si a eso se agrega la articulación de
dicho insumo con otro de los que definen el valor universal de la buena
literatura (el interés humano), se consolida el aserto crítico de ‘resistir’ y ‘superar’ la comparación con otras obras maestras. El tercero es su
capacidad de mostración de realidades que, habiendo permanecido ocultas, se
des-velan, emergen transformadas en verdad poética, y como tal más vigorosa que
cualesquier otra, sea política, histórica, social, etc.
El
contexto general de la novela es la batalla de Stalingrado vista desde (y en)
sus intimidades menudas. Recuérdese que Grossman fue corresponsal de guerra en
ese infierno. Pero eso es apenas la punta del iceberg. La verdad es que la
confrontación que decidió el resultado final de la segunda guerra mundial, si
bien es cierto constituye el insumo básico ficcional, también funge como
pretexto para recurrir a formas narrativas paralelísticas que articulan los eventos
de la historia real con la ficción pura. Tal el caso de los procesos de Moscú (1937)
durante los cuales la plana mayor de la dirigencia de la revolución rusa, los lugartenientes
de Lenin, se fueron declarando públicamente como traidores, espías del
fascismo… ¡desde los gloriosos inicios de la gesta revolucionaria!,
aceptando sumisos sus condenas a muerte, prisión, o destitución. Entre otros, Bujarin,
Zinoviev, Kámenev, Ríkov… A lo anterior agréguese la develación hecha por
Grossman de las refinadas torturas físicas y sicológicas del régimen
estalinista, así como de la manipulación de la conducta, encaminadas a fortalecer
el dominio totalitario con métodos que envidiarían los mismos nazis. En dicho
contexto merece mención especial lo atinente a la vigilancia y el control de los
científicos encargados de la investigación para fabricar la bomba atómica, con
la cual, afortunadamente, no contó Stalin como arma de guerra. Pero tal vez la
más escalofriante dimensión de Vida y
destino es la denuncia de la existencia de los campos de exterminio. El
‘Infierno’ de Dante es una graciosa charada al lado de lo revelado por
Grossman. No olvidar que fue el primero en dar cuenta del horror de los campos de concentración. De no ser por
la economía que reclama este tipo de reflexiones, valdría la pena transcribir
algún aparte de la novela dedicado a este tópico. Sin embargo lo mejor es que
quien desee sumergirse en eso ‘siniestro’,
la lea. En este sentido no resulta nada exagerado afirmar que la información
que puede hallarse sobre dicho asunto en los textos históricos, sociales,
periodísticos, o en el cine, queda opacada (a pesar de la crudeza que puedan
tener), frente a la mostración que hace Grossman de esa tragedia, recurriendo a
la ficción literaria. Son sobrecogedoras sus descripciones de los medios de
transporte, del funcionamiento administrativo, de la arquitectura, y la
tecnología de punta utilizada para activar la maquinaria (cámaras de gas,
hornos crematorios) genocida de la industria de muerte establecida por los
nazis. Los registros con que Grossman re-une la realidad extraestética, con lo literario propiamente dicho,
desdibujan, hasta hacerla desaparecer, la diferencia entre texto y contexto,
para instaurar como resultado artístico, una conjunción que recupera la calidad
de un mundo original des-ocultándola, apareciéndola con toda su sordidez
sicalíptica, escatológica. Así se desmontan las mentiras de la historia y la
política, de las ideologías, que en la novela, son desplazadas por la más sólida
de las certezas: la verdad poética. En estos términos, la discusión entre
textualistas y contextualistas, encaminada a definir el sentido de ‘lo’ literario, se reduce a una
controversia semántica insulsa. En vida y
destino el relato es contexto y viceversa, porque lo histórico no es
simplemente historial (acontecer humano), sino que adviene en evento literario
trascendiendo la opacidad de lo objetivo inmediato. Insumos tales como sucesos,
personajes, lugares, se desmaterializan, espiritualizándose en una visión de
mundo propuesta con una trama y un argumento impecables que arman una cifra que
los lectores deben des-cifrar. Los alemanes tienen una hermosa expresión para
lo que trato de decir: visión de mundo,
de la existencia (Weltanschauung). En esa singular propuesta de sentido de
lo histórico, lo colectivo y lo individual se determinan recíprocamente. Resulta
regocijante ver como en Vida y destino
se reivindica la fuerza de la individuación, aunque para ello se apele al
procedimiento del llamado silencio narrativo.
La solución de las interacciones personales (vínculos afectivos, dependencias
emocionales); el conflicto individuo-autoridad (propiedad
privada-colectivización; ciencia-poder político), son resueltos en la narración
con los puntos suspensivos de lo infirme, de la ambigüedad, del episodio
abierto. Pero se trata de situaciones diegéticas cuyo registro existencial,
conduce a interpretaciones positivas: el triunfo de la libertad, de la verdad, del
valor y la dignidad… a pesar de la aplastante fuerza de los dicterios y ucases
del nuevo zar (Stalin). Lo anterior prevalece rebasando las frecuentes marcas
de pesimismo que impregnan el relato. Van algunas muy breves.
El más terrible de
los sentimientos (…) es un secreto del alma, y el alma, aunque lo desee
fervientemente, no puede desvelar su secreto. El hombre lleva consigo el
sentido de su vida y no puede compartirlo con nadie. El milagro del individuo
particular en cuya conciencia, e inconciencia acumula todo lo que ha habido de
bueno, malo, divertido, agradable, vergonzoso, triste, tímido, tierno,
sorprendente, desde la infancia hasta la vejez, está fusionado en ese
sentimiento único, mudo, secreto de su vida única.
Otra: La libertad
consiste en el carácter irrepetible, único del alma de cada vida particular.
Una más: …las
almas más puras están siempre e inevitablemente abocadas a la duda. El mundo
está dominado por hombres de escasas luces convencidos firmemente de su razón.
Las naturalezas superiores no dirigen los estados, no toman grandes decisiones.
Y esta que parece
complementar la anterior: Los hombre que velan por el bien de la humanidad son
impotentes para reducir el mal en la tierra.
Vida y destino se
publicó dieciséis años después de la muerte de Grossman (ocurrida en 1964),
rompiendo el bloqueo impuesto por Jruschov, el hombre que según testimonios muy
confiables, bailaba kalinka para divertir a Stalin.
*Escritor.
Autor de la trilogía novelística titulada Todos los demonios,
conformada por Días así (dos ediciones), Metástasis (dos
ediciones), y Proyecto burbuja (inédita).
________________________
Agradezco mucho la buena
acogida y los numerosos y cálidos comentarios que generan mis escritos. Veo que
varios provienen de ex-alumnos del programa de Lingüística y literatura de
Unicartagena; a ellos los recuerdo con el mismo afecto y respeto que les tuve y
expresé cuando fueron mis estudiantes.
Un abrazo para todos mis
seguidores. Ray
Me sorprende que Raymundo escriba con muchas comas. Del texto que puede uno decir, pues que una vez mas llega al lugar que este autor desea llegar y creo que es la rica expresion del lenguaje y de quien toca las excelsas fibras de una intelectualidad y un conocimiento vasto. No se si Raymundo lea estos comentarios, yo creo que no; pues debe estar leyendo libros que para el lector común de vampiros y zagas es vomitar.Aqui nos deja un autor nuevo el cual desconozco, Grossman y su obra, en eso es lo que aporta Raymundo, nuevas fuentes de conocimiento y de lenguaje. Por eso es un autor de culto o de lectores que gritan en la oscuridad. Un buen escrito que maravilla por sus nuevos descubrimientos. Eso es un maestro.
ResponderBorrarCuando Raymundo habla de poesía de la prosa quizá se refiera a esto: "Glushkov corrió con paso largo y veloz. Descargaron una ráfaga bajo sus pies; parecía que de la tierra se elevara una bandada de gorriones".
ResponderBorrarAcaso a eso; pero muy seguramente a algo más...
ResponderBorrar